Madrid

1992

Lucía Gutiérrez Vázquez

Madrid en 1992, se sumerge en la realidad costumbrista a través de la exploración de paisajes inciertos y ambiguos. Su enfoque figurativo se manifiesta en la representación detallada de elementos como personas, manos y corazones, creando una conexión íntima entre el espectador y la obra. Gutiérrez busca capturar sensaciones y atesorar momentos vividos, explorando la cotidianidad con una perspectiva nostálgica. A través de la técnica de lo borroso, desafía al observador a preguntarse "¿qué estoy mirando?" y a afilar su mirada para descubrir lo esencial. La artista se sumerge en la rehacer el cuadro, utilizando la pintura como una herramienta para sintetizar lo más significativo de la experiencia. En su obra, lo protagonista no es solo la imagen en sí, sino la capacidad de la pintura para revelar y preservar la esencia de un momento.